EL EFECTO TRANSILVANIA
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¿Se imagina el lector que en el centro de
Sevilla, en vez de que el consistorio se hubiera gastado decenas de
miles de euros en construir las Setas, un potente grupo inmobiliario
hubiese decidido erigir una gran pirámide de inspiración prehispánica?
“El
efecto Transilvania”, de Juan Ramón Biedma, nos traslada a una Sevilla
alternativa, diferente de la oficial. Una Sevilla en la que la Torre del
Oro no brilla precisamente con esplendor y cuyo cielo aparece poblado
de inquietantes cometas negras y coronado por un dirigible cuya alargada
sombra nos retrotrae a un terrible pasado, no del todo finiquitado y
enterrado.
En
los descampados, polígonos, colegios y arrabales de esa Sevilla tan
extrañamente esquizofrénica viven, juegan, van a clase y sueñan una
pandilla de amigos que, desde el principio de la narración, empiezan a
ver, sentir y experimentar fenómenos extraños; lo que no es de extrañar
dado que la ciudad de apresta a acoger un espectáculo nada edificante:
la ejecución pública de una chica joven, originaria del Perú.
Eme,
el protagonista de la historia, es uno de esos personajes singulares
que interpreta la vida de una forma distinta a los demás. Recién dado de
alta en el hospital, tras haber superado una extraña enfermedad de la
que nadie le quiere decir nada, Eme disfruta de la compañía de sus
amigos: Paco Ballesta, un cuentista de tomo y lomo; el mexicano Fritz o
Tona. Pero, sobre todo, disfruta de la compañía de la enigmática Peña.
Mientras le dejan.
Así,
cuando Peña desaparezca, el único propósito de Eme será encontrarla y
para ello no dudará en utilizar los métodos que considere necesarios,
por muy raros y extravagantes que puedan parecer; ni en contactar con
los personajes más enigmáticos que imaginarse pueda.
“El
efecto Transilvania” es un título capital en la narrativa de Juan Ramón
Biedma que, conectando con sus obras anteriores, anticipa tanto los
temas y el estilo como a los personajes de sus siguientes novelas. De
hecho, a los chavales y algunos secundarios de “El efecto Transilvania”
los volveremos a encontrar, unos años después, protagonizando la
demoledora y genial “El humo en la botella”, otra de las cumbres
narrativas de su autor.
Protagonistas
que son personas al margen, con una visión y una interpretación de la
vida absolutamente particular, personal, única e irrepetible. Personajes
que podrían protagonizar una película de David Lynch, por ejemplo. Pero
siempre en un universo muy reconocible: Sevilla. Una Sevilla, eso sí,
que jamás podrías encontrar en una guía turística al uso.
Una
Sevilla fantástica y terrorífica que, sin embargo, la prodigiosa
capacidad descriptiva de Biedma convierte en una Sevilla muy creíble
para quién se atreva a profundizar en sus ominosos secretos. Una Sevilla
extraña, pero tan real que, a veces, da miedo. Porque una de las
características estilísticas del autor es conseguir que sus libros
transmitan sensaciones. Sensaciones físicas: además de contagiar un
intenso desasosiego, “El efecto Transilvania” mancha las manos del
lector. Las mancha de tizne, de barro y, a veces, hasta de sangre.
Advertido quedas.
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