Blog de contracorrección irreflexiva sobre antiquehaceres parartísticos

domingo, 14 de marzo de 2010

PACIENTE CERO (III)


En cuanto desaparece su cliente, su nueva ayudante se materializa.
El detective médium tiene veintiocho años tres meses y doce días; según su ficha, su ayudante tiene cincuenta y nueve años, un mes y siete días; no quiere calcular la diferencia de edad, pero aunque la que acaba de salir es lo que cualquiera entiende por una mujer hermosa -una rubia cosmética remodelada en el quirófano y el gimnasio- de unos treinta y tantos, es su asistente la que le mantiene en permanente estado de excitación desde que la contrató.
Intenta no mirar a la mujer, más que morena oscura, mientras recoge el vaso y la botella de agua mineral que ha dejado su cliente; intenta no aspirar su olor, no imaginar dónde podría hurgarle con aquellos dedos llenos de anillos de plata.
Cuando sale de la sala, necesita ponerse en pie y acercarse a la ventana para despejarse, se lleva el teléfono inalámbrico y marca un número que no ha querido registrar en la agenda.
- Acaba de irse -informa cuando descuelgan sin palabras.
- ¿Ha notado algo? -al fin una voz; neutra.
- Nada. Completamente convencida. Quiere que siga.
Está empezando a llover. Los transeúntes aceleran y el tráfico se detiene. Un música, atonal y creciente, asola el barrio de Salamanca como una mala banda sonora de algún mal documental sobre algún tema asqueroso y cotidiano.



© del texto: Biedma & Francis P.
© de la ilustración: Tomás Giorello.

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