Blog de contracorrección irreflexiva sobre antiquehaceres parartísticos

martes, 2 de febrero de 2010

MI AMIGO JASON


Querido Biedma:

Me han contado los ancianos del territorio que en los años cincuenta nació un muchachito deforme cabezón y burro cuya única finalidad –el hilo rector de una existencia completamente absurda- era destripar, degollar, descuartizar, desangrar y triturar a todos los jóvenes campistas que decidían plantar la tienda en las inmediaciones del Crystal Lake. Al parecer, dicen los viejos, el germen de la desgracia se desencadenó en 1957. Por aquellos días una señora, Pamela Sue Vorhees, mandó a su retoño a pasar unos días al dichoso campamento del lago. Nunca se nos ha explicado, y presumo que sería ridículo tratar de averiguarlo, si todos los muchachitos que se aceptaba en tal campamento eran deformes de nacimiento, o si con él se hizo una singular excepción, o si es que simplemente se le retorció la cara a raíz de la desgracia, pero el hecho es que el niño, Jason, se ahogó entretanto los monitores –absortos ellos en sus cosas- se pegaban el lote, lengüetazo va, magreo viene, en la misma orilla jadeando sobre los gritos húmedos del mozo.

Imagínate, Biedma, el cabreo de doña Pamela. La buena mujer, presa de la ira, no sólo se apioló a los jodedores descuidados sino que también, durante casi veinte años, estuvo boicoteando todo intento de reapertura del dichoso campamento, ya fuera por la ley, ya haciéndolo pasar por embrujado, matando, envenenando el lago, quemando las cabañas o lo que fuera. Y tan bien se lo montó la tía que logró obstaculizar sin que la pillasen el funcionamiento de Crystal Lake –para fastidio de los negociantes locales- hasta 1979.

Entonces va a ser un tal Sean S. Cunningham el que se las ingenie para convencer al alcalde del lugar, reabrirlo, y rodar allí una peli que se tituló “Viernes 13” sin que nadie supiera por qué. También sería inútil tratar de averiguarlo, creo yo, pero el hecho es que la cinta de marras sería un completo éxito comercial. Allá se cuenta que la tal Pamela Vorhees se hace contratar entre el servicio del campamento y se lo monta para ir trillándose a todos los mocitos que visitan el lugar y que –fíjate- solo piensan en fenecer mientras chingan. Hay un toque puritano sospechoso en todo esto: los que más y mejor joden –vuelve a fijarte- siempre mueren los primeros. Los que echan polvitos tiernos de cuando en vez, en la línea del virginal uno o ninguno por año, casi siempre son los protagonistas que sobreviven a la ira asesina del malo. Moraleja: al campo no se va a practicar sexo sino a pescar y montar en canoa, y si te la machacas en exceso igual viene Jason y te la corta.

Bueno. El caso, amigo Biedma, es que al final de la peli la última superviviente, una moza rubita, con el pelo cortado a tazón y pinta de ursulina, que no enseña ni una mala teta en toda la cinta, consigue decapitar a la asesina Pamela… Y entonces ocurre lo sorprendente que nunca ha sido explicado por guionista alguno: Jason resucita de entre los muertos, o es que no estaba muerto y había vivido en el bosque como el niño salvaje de Aveyron, o vete tu a saber, pero el hecho es que retorna, reaparece o se transustancia y termina por cargarse también a la ursulina para comenzar su interminable venganza. Qué grande. Hace falta tener unos huevos como fundas de piano para cuadrar un guión de tal guisa, sin complejo alguno, rodarlo con un par, tener narices para montarlo… Y echarle valor para venderlo. Grandísimo.

Tan grande que Jason lleva desde 1979 –ciclicamente- volviendo para hacer taquitos a los campistas que se aproximan al lago de cristal. Muestra especial saña, como es lógico en todo asesino en serie guiri que se precie, si la víctima folla mucha y fuma canutos –o simplemente fuma-, y luego, paradójicamente, casi siempre tiene problemas para entendérselas con damiselas pulcras y virginales que sólo beben litines y huelen a incensario. Ante estas suele fracasar sin remisión e incluso terminar convertido en fosfatina.

Pero igual da. Jason es el fénix. Es el terror irracional. El sinsentido encarnado. Siempre vuelve por cualquier medio para aumentar el contaje macabro, para pelearse contra Freddy Kruger (vaya morro que tienen los de New Line) e incluso para ser congelado, resucitar trescientos años después y terminar en una nave espacial, en el más puro estilo burda copia de alien, machacando astronautas despistados antes de ¿morir? Pues tampoco. No porque Marcus Nispel arranca la máquina del tiempo y recomienza la saga con “Viernes 13 2009”. El eterno retorno. Sísifo.

Por supuesto, no hay forma de que nadie -ni tan siquiera los viejos chismosos- nos explique cómo todo esto es posible. Ni se entiende por qué este engendro, Jason Vorhees, el antihéroe de la máscara de hockey, se ha convertido en un mito intergeneracional que sigue llevando adolescentes ingenuos al cine al igual que nos llevó a nosotros. Supongo, amigo Biedma, que será porque Jason es deliciosamente absurdo, felizmente estúpido, tan tóntamente eficaz que no hay freak en el mundo que no tenga las películas para verlas –una vez cada tres o cuatro años, todas seguidas, en diversas sesiones- y alucinar con el mágico despropósito.

Qué tio mi amigo Jason.

¡Qué tío!

5 comentarios:

  1. La imagen, de "Viernes 13 VI". Jason recién resucitadito y dispuesto a repartir leña como está mandado.

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  2. Indudablemente, es un pieza el tío; lo que me preocupa es esa tendencia tuya a alternar con esta basca, que incluso me han dicho que te han visto por la cueva del scarlatti...
    Pero en fin, si es amigo tuyo, aquí tiene su casa.

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  3. Creo que funciona porque tiene ese puntito de nostalgia, de bucle infinito. Y porque nadie tiene tanto estilo usando una trompeta de juguete xDD

    Ahora os (per)sigo

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  4. Una curiosidad:
    la novena parte de la saga, dirigida en 1993 por Adam Marcus, invierte su lógica interna.
    Me explico: los que follan como leones se fuman tranquilamente el cigarro de después, y santas pascuas.
    Y los primeros en morir son una parejita melindrosa, que no se deciden, que si me duele la cabeza, que si necesito tiempo para pensármelo... ¡Impagable!
    Por cierto, Adam Marcus prepara un remake de "Anduve con un zombi", de Jacques Tourneur. Con un par!!

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  5. Sí, querido Protesis, muy bien anotado... Esta claro que los tiempos estaban cambiando, que diría El Loco. Es obvio que la revolución sexual estipulaba que se debían mantener en pantalla durante muchos más segundos los maravillosos argumentos físicos de las víctimas de Jason.

    Hasta en eso son predecibles, ¿eh?

    Lo dicho: Muy grandes, jajajaja.

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